Una sobrina mía, me llama muy preocupada porque un amigo suyo le ha dicho que Dios no existe, por lo que le digo que entre en mi blog, donde inserto hoy el artículo que escribí y que se publicó en Hazte Oír el 20 de enero pasado, a propósito de la campaña que, promovida por La Unión de Ateos y Librepensadores (UAL), se llevó a cabo hace unos meses en algunos autobuses municipales de Barcelona con el lema “Probablemente Dios no exista. Deja de Preocuparte y disfruta de la vida”. Campaña que otras organizaciones de ateos quieren imitar en Madrid y en otras ciudades, pero vaya por delante mi respeto a cualquier opinión, sea de quien sea, aunque no esté de acuerdo con la mía. En este caso no lo está porque:
En primer lugar, el lema es ambiguo, porque Dios existe o no existe y el decir “ Probablemente... “ indica que los promotores de la citada campaña no están seguros ni de lo uno ni de lo otro.
En segundo lugar, la ciencia experimental no puede demostrar la existencia de Dios, ya que éste no es un objeto material que pueda ser sometido a ninguna investigación empírica. Si lo fuera, no sería Dios. Y este es, precisamente, el principal argumento que los ateos esgrimen para negar su existencia.
En tercer lugar, el hecho de que la ciencia no pueda estudiarlo, no implica necesariamente que no pueda existir. El que algo no se conozca no quiere decir que no exista ahora o en otro tiempo. Hace 300 años, no se conocían ni la televisión, ni la radio, ni el teléfono, ni la electricidad, ni internet, ni muchas cosas que hoy sí conocemos y disfrutamos de ellas. Es más, hoy en día aún existen algunas tribus primitivas, sobre todo en la selva del Amazonas, que viven como lo hacían los hombres hace miles de años. Estos hombres no conocen ninguno de los inventos antes citados, y está claro que si al hablarles de ellos, los negaran ninguna persona civilizada les haría caso. Lo mismo ocurre con Dios. Hemos dicho que la ciencia experimental, no puede demostrar su existencia, pero tampoco su no existencia, debido a que ésta estudia objetos que entran dentro del campo físico-matemático y Dios escapa de este plano de existencia.
No quiero entrar en el terreno de la fe, por lo que solamente me limitaré a exponer datos racionales.
Dios, como ya he señalado, no es un objeto material que la ciencia pueda controlar. Un médico, por ejemplo, puede ver a través de los rayos X o de una ecografía, cualquier órgano del cuerpo humano; pero lo que dichos medios técnicos no podrán nunca proporcionarle es la visión del aprendizaje que de cualquier cosa haya adquirido una persona. No existe un aparato que vea si su cerebro ha adquirido o no un determinado aprendizaje. Para saberlo, la persona ha de hacer algo. De ahí la necesidad de los exámenes. Tampoco puede ver la cantidad de amor de una persona hacia otra, ni siquiera determinar con seguridad si ese amor existe en realidad, ya que éste puede ser fingido. Pues con Dios ocurre lo mismo. No lo podemos ver a través de los sentidos ni utilizando ningún aparato; pero sí observando sus obras.
El ejemplo más clásico es el del reloj; este no puede existir sin un relojero que lo monte y lo mantenga. De la misma manera tanto el Universo, como el funcionamiento de la Tierra, necesitan de alguien que los haya construido y que ordene y mantenga su funcionamiento. Si observamos el mundo animal, es inconcebible que la organización de las hormigas o de las abejas, por poner dos ejemplos de todos conocidos, se deba al azar. Es necesario alguien que haya programado y mantenga esa organización tan perfecta.
Kant llegó a la conclusión de que el conocimiento de los objetos metafísicos: el alma, el universo y Dios no se pueden conocer a través de la ciencia, porque dichos objetos están fuera del ámbito del mundo físico-matemático. Pero esto no quiere decir que no pueda llegarse al conocimiento de los mismos por otra vía, que para el filósofo alemán era la de la Razón Práctica. Uno de los pilares de esta vía es la existencia en el hombre de una conciencia moral. En ella encontró los conceptos bueno, malo, moral e inmoral, virtuoso o vicioso, etc. No son las acciones buenas o malas, sino la voluntad del que las realiza las que hace sean de una forma u otra Por eso distinguimos entre homicidio y asesinato. Una persona puede causar la muerte de otra sin proponérselo, un accidente, por ejemplo, pero puede hacerlo también de forma premeditada y con consentimiento de su voluntad. En el primer caso estamos ante un homicidio; en el segundo ante un asesinato. La responsabilidad moral no es la misma en un caso que en el otro. Siguiendo este razonamiento llegó a los conceptos de moral autónoma y de moral heterónoma. Esta conciencia moral está impresa en el alma del ser humano desde el principio de los tiempos. Ya los hombres de las cavernas distinguían entre el bien y el mal.
Precisamente uno de los objetivos que dicen pretender los promotores de esta campaña anti-Dios es promover la confianza en la inteligencia del ser humano para crear un sistema moral. Es decir, la capacidad de distinguir entre acciones buenas y malas, por lo que la segunda parte del eslogan queda también invalidada, ya que una persona que deje de preocuparse y disfrute de la vida, no va a tener en cuenta si para conseguirlo tiene que perjudicar a los demás o no.
Por otra parte, Dios es un misterio que si lo comprendiéramos ya no sería Dios, decía san Agustín.
Descartes distinguía claramente el cuerpo del espíritu, diciendo que el primero se compone de partes, mientras que el segundo es simple y no puede dividirse. Pueden existir, y de hecho existen, personas a las que les falta algún miembro, pero aún así su espíritu, sigue funcionado igual. Una persona, sin brazos y sin piernas, puede, sin embargo, pensar, amar, odiar, perdonar, imaginar, etc, que son facultades propias del espíritu. Y nosotros no vemos ni el pensamiento, n i el amor, ni el odio, ni la imaginación, ni el perdón a no ser que la persona lo manifieste claramente y, aún así, no tenemos seguridad de ello porque la persona puede fingir dichos sentimientos. Son cosas que la ciencia experimental no puede controlar. Pues si esto ocurre en el hombre, ¿no va a suceder de la misma forma en Dios?. En la naturaleza existe una gradación que va de lo menos a lo más perfecto: los seres inanimados, las plantas, los animales, el hombre. Por qué no va a seguir esta gradación con los ángeles y Dios.
Además, entre los objetivos de la UAL, junto al ya citado más arriba, están: promover la reflexión individual, potenciar la confianza en el poder del conocimiento, en el esfuerzo de autosuperación, en la capacidad para transformar la naturaleza con la prudencia necesaria para mantener el equilibrio ecológico, organizar la sociedad en base a la razón y la justicia, la cooperación y la solidaridad. ¡ Como se puede observar cosas muy novedosas y originales!, en las que hasta ahora, ¡mira por donde! Nadie había pensado todavía.
Termino recordando el famoso dilema de Pascal sobre la existencia de Dios. Decía el filósofo y matemático francés:
“ Apostamos que Dios no existe: si no existe, nadie gana nada; si existe, la pérdida es absoluta. Apostamos que Dios existe: si no existe, nada se pierde; si existe la ganancia es total. Interesa, por tanto, apostar que existe”
Pues eso, si los miembros de la UAL quieren cumplir sus objetivos, tan parecidos a los de cualquier religión conocida, les interesa que Dios exista, así tendrán alguna recompensa al cumplirlos, ya que de otra manera sería un esfuerzo inútil, y, aunque la segunda parte de su eslogan habla de disfrutar de la vida sin preocupación, el cumplirlos implica esfuerzo, sacrificio, trabajo y preocupación. ¿En qué quedamos? Hay que cumplir los objetivos que proponen o hay que vivir despreocupados como dice su eslogan. O una cosa o la otra, porque las dos a la vez son imposibles. Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo.
domingo, 21 de junio de 2009
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