¿FRACASO ESCOLAR O DE LA ESCUELA?
Leo en la prensa (ABC 4/7/2009, p. 4) que, de acuerdo con los resultados de las pruebas diagnósticas que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía realizó el mes de octubre de 20008, los alumnos andaluces no solamente no comprenden lo que leen ni lo que escriben, sino que, además, tampoco saben expresarse ni escribir, por lo que el nivel en las demás materias ha de bajar por fuerza.
Ante esta realidad, el Presidente dela Junta y su nueva Consejera, se proponen mejorar la calidad de la enseñanza, aumentando la inversión en educación y solicitando el consenso de las partes implicadas.
Como quiera que me considero incluido en esas partes, quiero exponer mi modesta aportación para conseguir dicha mejora.
En primer lugar, pienso que no se necesita más inversión, aunque no viene mal si se hace, siempre que se cumplan otras condiciones. Pienso que sobran ordenadores en los centros y faltan cristales (se rompe el de una ventana en un centro público y se puede pasar el curso sin que lo repongan) o radiadores de calefacción, por poner sólo dos ejemplos. Pero donde yo pienso que habría que actuar es en los siguientes aspectos:
· Devolver la autoridad a los maestros y profesores.
· Recuperar la cultura del esfuerzo.
· Evitar a los docentes el excesivo papeleo, exigiendo solamente una programación operativa y realista.
· Dictar normas, pocas, pero claras y sencillas y, además, de obligado cumplimiento para todos.
Hace unos años leí la experiencia de un colegio de Nueva York, que está situado en un barrio marginal y al que asistían, en su mayoría, alumnos afroamericanos. Ni que decir tiene que de dicho centro no pasaba ningún alumno a la Universidad. Pues bien llegó una nueva directora que se propuso cambiarlo, para lo cual elaboró siete normas para los alumnos y diez para los profesores. En total diecisiete. Pues bien el colegio experimentó un giro copernicano, consiguiendo, además, que un gran porcentaje de alumnos pasara a la Universidad. Solamente con diecisiete normas. Así de simple y de sencillo.
Hay un principio elemental en Filosofía que dice que la naturaleza hace las cosas de manera muy simple; es el ser humano el que las complica. Occam lo dejó claro:
No hay que multiplicar las cosas sin necesidad y también, no utilizar muchas palabras para lo que se puede decir con pocas. .
Pues eso: pocas normas y claras. Pienso que si se hiciera esto la educación y la enseñanza se mejorarían sensiblemente. Y todo ello sin gastar más dinero ni en cursillos ni en material.
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Estoy de acuerdo con lo que afirmas, pero no sé si se está por la labor de cambiar las cosas.
ResponderEliminarEstaría bien que expusieras ese listado de normas del que hablas en la entrada.
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