Precaución al volante
La Filosofía, en contra de lo que muchas personas
piensan, no es algo inútil y para personas raras, sino que nos puede servir de
mucha utilidad en la vida diaria
29/12/2017
07:20hActualizado:29/12/2017 07:20h
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Estamos en
época de vacaciones, en la que muchas personas salen de su lugar habitual de
residencia para pasar unos días de asueto. La Dirección
General de
Tráfico organiza campañas conocidas como Operación Salida y Operación Regreso o
Llegada, con el fin de concienciar a los conductores de que tengan prudencia a
la hora de utilizar sus vehículos para, así, evitar accidentes y que los días
de vacaciones que, en principio, se presentan como días alegres y tranquilos no
se conviertan en desgraciados para toda la vida.
La mejor
forma de evitar accidentes es cumplir las normas de Tráfico. Y aquí la
Filosofía nos puede resultar de mucha ayuda. Veamos como Heráclito, habló de
una ley que regulaba la lucha entre los elementos, a la que llamó Logos. Pues
bien, donde quiera que vayamos siempre existirán unas normas que regulen
nuestras acciones. En el caso que nos ocupa, las normas antes citadas de
Tráfico. Y así como para este filósofo era necesario respetar ley para que las cosas funcionen bien, los
conductores deben, conocer y respetar las citadas normas, para lo que en
principio se le presenta como un placer, no se convierta en una desgracia para
el resto de su vida.
Sócrates,
estaba en la cárcel esperando que le llevaran la cicuta a la que había sido condenado
a beber, y sus amigos le prepararon una fuga segura que le libraría de la
muerte. Pues bien, el filósofo rechazó la oferta porque decía que era más
importante respetar la ley que su propia vida. Sin llegar a esos extremos, este
filósofo nos puede servir de modelo a imitar en relación con las normas de
Tráfico. Si hay una limitación de velocidad, no es por capricho, sino para
evitar una accidente, a uno mismo y a los demás. Si está prohibido conducir
habiendo ingerido alcohol, hay que respetarlo, por el bien nuestro y para
evitar algún accidente a otras personas que van tranquilamente y cumpliendo lo
establecido. Acordémonos pues de este filósofo a la hora de ponernos al volante
de nuestros coches.
La Ética de
Aristóteles, puede resultar de mucha utilidad recordándonos la teoría del justo
medio (de la que ya hemos hablado en otra ocasión), ya que puede aplicarse a
muchas situaciones de la vida, tales como: cuando hay que tomar alguna decisión
importante debemos huir, tanto de la temeridad, como de la cobardía. Cervantes
la pone en práctica cuando, con ocasión del episodio de los habitantes del
pueblo del rebuzno, pone en boca de D. Quijote lo siguiente: «No huye el que se
retira porque has de saber Sancho, que la valentía que no se funda sobre la
basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se
atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo». (D. Quijote segunda parte,
capítulo XXVIII).
Cuando nos
ponemos al volante de nuestros coches es conveniente acordarse de Aristóteles y
de don Quijote, en cuanto a ser temerarios conduciendo a altas velocidades,
como a ser cobardes, En el primer caso podemos tener un accidente y, además
provocárselo a otras personas y en el segundo también, pues el conducir
demasiado despacio, puede producir los mismos efectos. Hay pues que acordare
del justo medio que, en este caso, consiste en respetar las señales de Tráfico.
Los estoicos
nos enseñan, en primer lugar a ser pacientes. Los estoicos antiguos no
desesperaban ante la enfermedad y la aceptaban resignadamente. Séneca acepta su
muerte despidiéndose tranquilamente de su esposa y de sus amigos. Epicteto
soportaba los sinsabores de su vida de esclavo, aumentados, además, por el
defecto de su cojera y Marco Aurelio, todo un emperador romano, engañado por su
esposa y martirizado por las actitudes delictivas de su hijo, es capaz, no ya
de perdonarlos, sino de amarlos, además, tiernamente; y aceptó su muerte con
resignación, cuando se enteró que había contraído la peste y que su fin se
acercaba irremisiblemente.
Acordémonos
pues de estos filósofos cuando nos encontremos ante un atasco en la carretera,
y no queramos adelantar sin antes comprobar que no viene de frente ningún otro
vehículo. Y si estamos en la ciudad, ante un semáforo en rojo, no pitar apenas
se pone en verde si el conductor que va delante no se da cuenta enseguida y,
mucho menos arrancar nuestro coche antes de que el que está delante no lo haga.
En este caso, además de causar un accidente, la culpa sería nuestra y
tendríamos que pagar las consecuencias.
Kant,
hablaba de moral autónoma y de moral heterónoma. La primera consiste en
respetar la ley por convicción, sin necesidad de coacción externa alguna. En la
segunda el respeto a la ley viene condicionado por la sanción que lleva
aparejada el no cumplirla.
La
verdaderamente humana es la primera, actuando así como seres libres. Pero,
aunque solo sea por evitar la sanción, es conveniente cumplir las normas.
Recordemos también a Kant cuando nos pongamos al volante de nuestros coches.
Heidegger habla de que debemos cuidar a las cosas de la naturaleza, pero
también a las personas, ya que en el mundo no estamos solos, sino que
coexistimos con los demás y debemos cuidar de ellos y no solamente de nuestros
familiares y amigos, sino de cualquier ser humano. Debemos pensar que en la
carretera no estamos nosotros solos, sino que muchas más personas también la
están utilizando y si no respetamos las normas de Tráfico, podemos causar algún
accidente y llevar la desgracia, no sólo a nosotros, sino a otras personas.
Este breve
recorrido nos demuestra que la Filosofía, en contra de lo que muchas personas
piensan, no es algo inútil y para personas raras, sino que nos puede servir de
mucha utilidad en la vida diaria. En este caso, cuando nos pongamos al volante
de nuestros coches. He citado estos filósofos por la claridad con la que
exponen el respeto a las leyes. Podría haber citado más, pero no quiero
extenderme demasiado para no cansar al posible lector. Uno de ellos me dijo un
día que desde que leyó mi libro Facilosofía, no se había vuelto a saltar
ningún semáforo. Le había impresionado el profundo respeto que Sócrates tenía a
las leyes.
Juan Casas
PUBLICADO EN LA EDICIÓN DOGITAL DE LA VOZ DE CÁDIZ
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