domingo, 1 de noviembre de 2009

ENSEÑANZA OBLIGATORIA


El Sr. Ministro de Educación viene reclamando un consenso sobre la misma, tal como se puede ver en mi artículo Gran Pacto Educativo publicado en este mismo blog el día 17 de junio de 2009, pacto que considero no solamente necesario, sino también prioritario, debido al lamentable estado por el que atraviesa la educación en España.
Precisamente esta situación es la que mueve al ministro a reclamar dicho pacto.
Hace unos días el Sr. Gabilondo se ha vuelto a manifestar sobre el tema y, en unas declaraciones a Radio Nacional de España, “ esbozó” la posibilidad de ampliar la obligatoriedad de la enseñanza hasta los dieciocho años. Y esto es precisamente lo que quiero comentar, recogiendo la invitación al debate que el ministro propone sobre nuestro Sistema Educativo (S.E.) al que considera “ demasiado rígido y no transversal”.
En primer lugar agradezco esta disposición a debatir de una forma amplia y participativa sobre el S.E., debate que espero sea rico y desemboque en una nueva organización del mismo, elaborada y acordada por consenso.
En lo referente a la ampliación de la obligatoriedad dos años más, no tengo nada en contra de ella, en otros países se hace ya, pero siempre y cuando se refiera a la obligatoriedad de asistir a los centros educativos, no a la comprensividad. Como este comentario va dirigido no a especialistas en educación solamente, sino a cualquier persona que acceda al blog, quiero explicar, lo más claro y breve posible en qué consiste esto de la comprensividad.
La Escuela Comprensiva (E.C), surgió en Inglaterra por la Ley de Educación de 1944 y consiste en acoger a todo tipo de alumnos sin discriminación de raza, credo, ideología, clase social o sexo e impartiendo una educación común, aún admitiendo las características personales de cada uno. Y aquí encontramos el primer error: identificar educación con instrucción. La primera se refiere a la adquisición de valores que sí debe ser común, ya que estos afectan a toda la sociedad. Es decir, todos tenemos que respetar a los demás; todos tenemos que velar por el cuidado y limpieza de nuestros pueblos y ciudades; todos tenemos que respetar a las personas mayores, a los padres y a las autoridades y tenemos que valorar el esfuerzo y respetar las normas, por citar solamente los más elementales. La segunda hace referencia a la adquisición de conocimientos y aquí ya no todos son iguales. No hay que confundir igualdad con derechos, pues haciéndolo caemos en el igualitarismo que no es bueno para nadie.
Todos los alumnos tienen derecho a recibir conocimientos pero, no todos son iguales. Alguien dijo que todos son iguales y todos diferentes. Y tenía toda la razón porque cada uno tiene unos intereses, una motivación y unas capacidades distintas que deben ser respetadas para que ejerza, precisamente, ese derecho que tiene a ser educado e instruido.
Si, a partir de cierta edad, se intenta que todos los alumnos adquieran los mismos conocimientos, el sistema fracasa. Esto fue lo que ocurrió con la E:G:B. y con la E.S.O., porque, a partir de los doce años, los intereses de los alumnos son diferentes. No a todos les gusta estudiar y es un error obligarles a ello. No hablo solamente desde mi formación pedagógica sino, sobre todo, desde mi experiencia en las aulas. Desde la primera constato el fracaso de la comprensividad en los países en los que se estableció hasta esa edad antes que en España, y cualquier persona puede comprobar esto consultando cualquier libro de Pedagogía Comparada. En la práctica docente, he conocido alumnos de la E.S.O. que eran un verdadero martirio para los profesores, alumnos a los que se tenía que sancionar privándoles de la asistencia al centro con mucha frecuencia. Pues bien, cuando a estos se les encauzó a un Programa de Garantía Social ( ahora tiene otro nombre, pero es lo mismo) en los que la mayor parte de la actividad estaba dedicada a la práctica y la teoría se limitaba estrictamente a la que necesitaban para efectuar la primera, estos muchachos se convirtieron en alumnos modelos, hasta tal punto que los vi ayudando en las tareas de pintura del Instituto durante las vacaciones y solicitado por ellos, sin que nadie se lo hubiera pedido. Su problema no es que fueran malos ni rebeldes, sino que se aburrían en clase porque lo que allí se decía era chino para ellos. Imagínense que a cualquiera de nosotros nos obligaran a estar seis horas diarias escuchando a varios señores y señoras que sólo hablasen chino. A la tercera hora como máximo estábamos ya tirándonos papelitos unos a otros.
Pues bien, no me parece mal que se amplíe la edad de escolarización obligatoria que en España, primero llegaba hasta los diez años, después hasta los catorce, con la LOGSE llegó hasta los dieciséis y con la propuesta del ministro llegaría hasta los dieciocho, pero, eso sí, solamente la obligatoriedad de asistencia a un centro educativo, el que sea, pero que no afecte a los conocimientos para lo cual vuelvo a proponer un S.E. que mantenga la comprensividad hasta los doce años y que se imparta en la Escuela Primaria. Después un buen Bachillerato de cuatro años (el ministro ya habla de tres) y una buena Formación Profesional también de cuatro años distribuida en dos ciclos diferenciados, pero no cerrados. Es decir que permita que el alumno que termine el primero, pueda pasar al segundo de la misma especialidad de forma automática. Todo esto con la transversalidad que reclama el ministro, es decir, que se pueda pasar de un nivel a otro con la mínima adaptación posible. De esta forma un alumno que, por ejemplo en segundo de Bachillerato compruebe que ha equivocado el camino, pueda matricularse en la Formación Profesional con las adaptaciones y convalidaciones pertinentes que serán mayores o menores, en función del curso en el que se realice el cambio y lo mismo para el que elija la Formación Profesional.
La propuesta del ministro supondría aumentar en dos años estos niveles, es decir, que tendrían seis años de duración cada uno. El Bachillerarto ya lo tuvo y la F.P. duraba cinco en total para el que la terminara completa. El hecho de ser obligatorios, supondría un gran avance social, pues elevaría el nivel cultural de los españoles (y españolas), siempre que fuera sin comprensividad, como ya he señalado. Está claro que sería más costoso, pero sin entrar en la cuestión económica, pienso, no obstante, que si se hiciera una buena distribución del presupuesto que ahora mismo se destina a la educación, eliminando muchas cosas inútiles y otras que no sirven para casi nada, pero que son muy costosas, y se gastase en lo verdaderamente necesario, es posible que con él mismo dinero se podrían costear los dos años añadidos.

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