martes, 29 de septiembre de 2009

CLAVES PARA LA MALA EDUCACIÓN

Este artículo me lo ha inspirado un reportaje que he leído en la prensa (ABC, 27/9/09), sobre la violencia de los hijos contra los padres.
Si queremos tener hijos e hijas violentas, solamente tenemos que seguir las siguientes pautas.

1ª) Eliminar de la escuela, al decir escuela me refiero a todos los niveles educativos, la cultura del esfuerzo, con la disculpa de que el niño o el joven se pueden frustrar si suspenden. Por esta razón en el Sistema Educativo Español, los alumnos pueden promocionar al curso siguiente, aunque tengan varias asignaturas suspendidas. Pero los niños y jóvenes no se frustran con tanta facilidad como algunos piensan, sino que tienen una gran capacidad de adaptación a las circunstancias. Lo que no hay que hacer con ellos es ponerles zancadillas, sino acostumbrarlos a que superen obstáculos, por supuesto adaptados a su capacidad y madurez, para que se vayan acostumbrando a superar los que en su vida adulta se van a encontrar con toda seguridad. No es bueno dejar a los niños vivir a su manera como preconizaba la escritora y feminista sueca Ellen Key, porque el niño tiende, por naturaleza, a satisfacer sus caprichos y está claro que la vida real nos enseña que no podemos tener todo lo que deseamos y en el momento en que los deseemos. Por eso hay que acostumbrar a los niños, desde muy pequeños a renunciar a determinados caprichos.
2ª) Dar al niño todos los caprichos que se le antojen, porque entonces lo que hacemos es enseñarle a que las cosas se pueden conseguir con sólo pedirlas, con lo que estamos dando de lado a cualquier tipo de esfuerzo. Esto es muy perjudicial para él. Porque cuando no estén ya los padres para satisfacer sus caprichos, es entonces cuando se frustran y pueden reaccionar de forma violenta. Y lo que hicimos pensando que le hacíamos un bien, se convierte en el peor favor que se le puede hacer a un hijo: reducir su autonomía y eliminar su autoestima, porque una persona que depende del favor de los demás, no es independiente y al no conseguir las cosas por su propio esfuerzo, hace que no aprenda a valerse por sí mismo y conseguir logros que aumentarían su autoconcepto.
3ª) No establecer en la familia y en el centro escolar normas claras y enseñarle a cumplirlas. Los padres ( y al decir padres, me refiero también a las madres) deben dictar normas en la familia, pocas, pero claras y posibles de cumplir, con el fin de poner límites a las apetencias de cada uno. Las normas han de ser de obligado cumplimiento para todos y deben llevar acompañadas su correspondiente sanción, si no se cumplen; sanción que ha de cumplirse a rajatabla, una vez impuesta y que debe verse, más que como sanción, como consecuencia de no haber cumplido la norma establecida. Si no se hace esto, estamos contribuyendo a la mala educación de los hijos.
4ª) Dejar sin corregir cualquier falta por pequeña que sea, porque si se deja pasar una falta leve, puede conducir a la comisión de otra más grave. Como dice la teoría de la Ventana Rota, de la que he hablado ya en este blog, al tratar sobre La ley del Menor.
5ª) Quitar la autoridad a los padres, como hace el Derecho Penal en su artículo 153 que priva a éstos de utilizar medidas paliativas como encerrar a su hijo en su cuarto durante 24 horas para que reflexione sobre una actitud incorrecta, o simplemente darle un tortazo ante un mal comportamiento del hijo. De esto ya he hablado también en el artículo ¿La Mala Ley?
6ª) Quitarle también la autoridad a los maestros y profesores, porque entonces los alumnos campan por sus respetos y los centros se convierten en verdaderas selvas, en las que impera la ley del más fuerte. Ejemplo de esto son las frecuentes agresiones a profesores y a otros alumnos e incluso, como he visto yo, a padres de otros compañeros.
7ª) No acostumbrar al niño desde pequeño a que asuma algunas responsabilidades en la casa, siempre teniendo en cuenta su edad y sus capacidades.
8ª) Quitar la autoridad a los maestros y profesores delante de los hijos. Recuerdo que cuando yo asistía a la escuela primaria si el maestro me castigaba, tenía gran cuidado de advertir a mis compañeros que no dijeran nada en sus casas, porque si mi padre se enteraba del castigo, me imponía él otro aún mayor, aunque después fuera a preguntar al maestro la causa del castigo. Hoy ocurre lo contrario, el niño le dice al padre que el maestro lo ha castigado y, en lugar de reprender al hijo, va al colegio a protestar, cuando no a agredir al maestro.
9ª) Tratar a los hijos y a los alumnos como si fueran amigos. Ya he dicho en otra ocasión, que los niños y jóvenes quieren que sus padres sean padres y sus maestros, maestros. Sus amigos se los buscan ellos entre muchachos de su edad.
10ª) La falta de coordinación de los padres. Si uno de ellos impone un castigo al hijo y el otro lo critica e incluso se lo afea delante del niño, le hace un flaco favor a éste. Los niños son muy listos y enseguida se dan cuenta a quien recurrir para que le perdonen un castigo. Por el contrario si sabe que tanto el padre como la madre están siempre de acuerdo, se limita a cumplirlo sin ninguna frustración y sin sufrir ningún trauma.

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