Este artículo se publicó hace unos años
en la sección de Cartas al Director del Diario de Cádiz. Como los ataques a la
Monarquía parece que están otra vez de moda, quiero recordarlo, con algún
añadido, aprovechando ahora las Redes Sociales y mi blog
Vaya por delante mi respeto a todas las personas que
están manifestando su deseo de que se proclame la III República, así como a las
que desean que Cataluña y el País Vasco consigan la autodeterminación. En este
sentido quiero recordar a Voltaire cuando un diputado de la Asamblea
Francesa, adversario político suyo, fue
abucheado al exponer su pensamiento político y el filósofo se dirigió a él
diciéndole que si bien abominaba sus ideas, quería que supiera que estaba
dispuesto a derramar hasta la última gota de su sangre por defender el derecho
que tenía a expresarlas. Y es que una cosa es respetar la libertad de expresión
y otra muy distinta violar las leyes. Yo puedo no estar de acuerdo y
manifestarlo, por ejemplo, en que se tenga que llevar en el coche un chaleco
reflectante o que haya que ponerse el cinturón, pero lo que está claro es que
cuando salga de viaje tengo que llevar el primero y ponerme el segundo. Un gran
ejemplo de cómo hay que cumplir la ley, lo dio Sócrates al renunciar a la fuga
que sus amigos le proporcionaban, alegando que era más importante cumplir la
ley que salvar su propia vida. Y es que la ley, nos guste o no nos guste, si
vivimos en una sociedad democrática la tenemos que cumplir todos. Y dicho esto
quiero manifestar yo también mi opinión, diciendo:
Viva el Rey, porque fue capaz de pasar de un régimen
personal y autoritario a un democracia parlamentaria, sin que la sociedad
española sufriera ningún trauma y sirviendo de ejemplo al resto del mundo
civilizado.
Viva el Rey, porque fue capaz, nombrando a las
personas idóneas, de reconciliar a los españoles consiguiendo que, con la
generosidad de todos, España mirara al futuro y emprendiera un nuevo camino de
libertad y progreso.
Viva el Rey, porque cortó, también sin traumas, el
intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 sin que la incipiente
democracia española se resintiera.
Viva el Rey, porque ha sido y es el mejor embajador
que ha tenido España logrando el respeto para nuestro país de las naciones que
son consideradas como potencias mundiales y elevando el nombre de España a sus
más altos niveles, como lo han reconocido todos los políticos, tanto de un
signo como de otro.
Viva el Rey, porque al traer la democracia
parlamentaria, renunciando a los amplios poderes que tenía, nos ha dado a los españoles
más de treinta años de prosperidad, progreso y paz.
Al decir Viva el Rey, no me refiero sólo al actual,
que también, sino a la Monarquía Parlamentaria como mejor solución para
mantener unidos a todos los españoles. Las dos experiencias republicanas no
fueron, precisamente un éxito y la segunda terminó en una sangrienta guerra
civil y, como dice el dicho castellano: Para
muestra con un botón basta.
Por todo ello quiero decir bien alto:
Viva el Rey, Viva la Democracia Parlamentaria y Viva
España.