LOS
RECORTES Y LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS
Hace unos días en la consulta del Urólogo, al ir a
extenderme las recetas, me preguntó si ya me habían cobrado por alguna, a lo
que respondí que a los funcionarios pensionistas no hacía falta que nos
aplicasen ningún copago por ellas, porque ya lo estamos pagando, pues las medicinas
nos cuestan los mismo que cuando estábamos en activo, ya que en ambas situaciones
hemos pagado siempre el treinta por ciento de las mismas. Esta pregunta motivó
el comentario sobre los últimos recortes que anunció el Gobierno en el último Consejo
de Ministros. Yo le dije que es posible que se reduzca la deuda, pero que la
confianza de los mercados no va a venir por esta vía, simplemente porque estos
no se fían de nosotros, por muchos recortes que se hagan, mientras no se organice de otra forma el Estado de las
Autonomías. Mi Urólogo me contestó que esa idea que le acababa de exponer es un
clamor popular, pero que a pesar de eso los políticos no se enteran. Ambos
estuvimos de acuerdo en que si no hacen caso a ese clamor popular, es porque a
ellos no les interesa ya que perderían sus sueldos, al haber hecho de la política
una profesión.
Pues bien, ya metidos en este tema, como para criticar
algo hay que presentar alguna alterna tiva y no limitarse solamente a lo fácil,
que es la crítica, a continuación expongo mi idea sobre dicha reforma y que, de
llevarse a cabo, pienso se resolvería el problema de la confianza de los
mercados y, por ende, el comienzo del fin de la crisis económica que estamos
padeciendo. Pero quede claro que los recortes que ha hecho el Gobierno eran
necesarios, aunque no suficientes. Yo propongo que las Autonomías fueran
despojadas de los poderes legislativo y judicial, quedándose sólo con el poder
ejecutivo. Esto llevaría consigo la devolución de competencias, ya que la única
función del gobierno autonómico, sería la de gestionar los fondos que el
Gobierno Central asignara a las autonomías.
Pero para que esto fuera eficaz y justo, habría que
aclarar con toda nitidez, los criterios de reparto de ese dinero, para evitar
la discriminación a causa de los colores de los distintos gobiernos.
Aclarado esto, la Autonomía recibiría del Gobierno central,
el dinero que por sus características le correspondiese y el Gobierno
autonómico gastaría ese dinero de
acuerdo con sus necesidades. Unos se volcarían más en Educación, por ejemplo y
otros en Sanidad, dependiendo de sus necesidades.
De esta forma habría autonomía en la administración del
dinero, pero nos ahorraríamos los parlamentarios y los tribunales autonómicos y
los cargos que éstos llevan aparejados. Sería una forma racional de gestionar el
dinero de forma autónoma, pero siempre con unos criterios claros de control de
gasto, para evitar el derroche y la corrupción.
Pienso que de esta forma seguiríamos dentro del Estado de
las Autonomías que señala la Constitución, pero de una forma más racional y
sensata. Espero que estas ideas les lleguen a los que pueden ponerlas en
práctica, es decir a los políticos, tanto del Gobierno como de la Oposición.
Pero para que esto pudiera llevarse a cabo se necesitaría
un consenso lo más amplio posible; Una especie de Pactos de la Moncloa, pero
referidos a la organización del Estado de las Autonomías.