Hoy 1 de enero celebra la Iglesia Católica la Jornada por la Paz, por lo que he creído oportuno publicar en el blog, un resumen de uno de los capítulos de mi libro Vivimos y soñamos, pero no morimos,
Esta Jornada no se refiere solamente a la paz entre los pueblos, que también, sino, además, a la paz en las familias, entre los vecinos, entre las distintas personas y en nosotros mismos. Veamos en qué consiste ésta.
Los racionalistas dicen que la paz es la ausencia de guerra. Pero esto no me parece del todo cierto, ya que no siempre que hay ausencia de guerra, hay paz, porque:
. Puede haber ausencia de guerra y haber también envidias, y la envidia no alberga nunca sentimientos de paz.
. Puede haber ausencia de guerra y haber, además, rencor, y el rencoroso no tiene paz en su corazón, no disfruta de paz interior que es la paz más importante.
. Puede haber ausencia de guerra y haber, a la vez, odio, y el que odia no conoce los sentimientos de amor que son los que conducen a la paz.
. Puede haber ausencia de guerra, pero ir acompañada de avaricia, y el avaricioso ve en los demás contrincantes y competidores, porque todo lo quiere para él y, por tanto, está en una constante inquietud y desasosiego .
. Puede haber ausencia de guerra y haber mucho deseo de poder, y el que desea el poder a toda costa no puede estar en paz, ni consigo mismo ni con los demás, porque ve a todos como enemigos que le quieren arrebatar el que él desea o ya tiene.
Vemos entonces que la paz, no es solamente ausencia de guerra, sino también ausencia de envidia, de rencor, de odio, de avaricia y de deseo desmesurado de poder.
Es tan importante la paz que el Divino Maestro concedió la bienaventuranza a los pacíficos, a los misericordiosos y a los pacientes, todos ellos portadores de paz. Y en el lenguaje evangélico bienaventurado es aquel que consigue el sumo bien, que no es otro que el poder contemplar a Dios cara a cara.
Pero el que haya una Jornada por la Paz, no quiere decir que solamente en este día debemos albergar estos sentimientos, sino también durante todos los demás días del año. Hay que ser siempre pacíficos, pues porque un sólo día alberguemos sentimientos de paz, no por eso se nos puede calificar de pacificadores; porque un sólo día perdonemos, no podemos presumir de misericordiosos; porque un sólo día demos algo a los demás no por eso nos podemos creer generosos. Hay que serlo siempre. Aristóteles nos quedó dicho que una golondrina no hace verano, queriendo decir que la persona virtuosa lo ha de ser siempre, no solamente en un día señalado.
Por otra la No-violencia significa resolver los problemas y las discrepancias, que siempre las habrá, dialogando. No queriendo imponer siempre nuestro punto de vista, sino pensando que los demás también pueden tener parte de razón. La verdad como ya he señalado en otro lugar, se asemeja a una bola de cristal que brillaba en toda su extensión mientras flotaba en el espacio recibiendo la luz del sol, pero que un buen día cayó al suelo y se rompió en mil pedazos; unos eran grandes otros medianos y otros pequeños, pero en todos brillaba la luz del sol, en unos más y en otros menos, dependiendo de su superficie, pero en todos brillaba algo. Con la verdad ocurre algo parecido, todos tenemos parte de ella, pero no toda. Por esta razón debemos escuchar siempre a los demás y no querer imponer nuestro criterio a toda costa. En el libro de los proverbios leemos que La respuesta amable calma el enojo; la respuesta violenta lo excita más (Pr. 15.1). Actuar así es hacerlo en el modelo de la No-violencia.
Debemos, por tanto, ser siempre agradables con los demás, no sea que nos ocurra como a la muchacha del siguiente poema, que aprendí en un hoja del almanaque de San Antonio hace unos años, y que se titula: Lo que no hiciste:
“¿Te acuerdas del día en que te pedí prestado el coche nuevo y lo dejé hecho un acordeón?
Pensé que me matarías, pero no me dijiste una palabra.
¿Te acuerdas del día en que te hice ir casi a rastras conmigo hasta la playa y tú decías que iba a llover y llovió?
Pensé que ibas a decir:" ¡Te lo había dicho!", pero no lo dijiste.
¿Recuerdas aquella vez en que yo coqueteaba con todos para darte celos, y tú te pusiste celoso?
Creí que ibas a dejarme, pero no lo hiciste.
¿Te acuerdas cuando se me cayó la tarta de fresas sobre la tapicería nueva de tu coche?
Temí que ibas a gritarme:" ¡Idiota! ¡Inútil! ", pero no lo hiciste.
¿Y te acuerdas de aquel día en que me olvidé decirte que la fiesta era en traje de etiqueta y tú te presentaste con vaqueros?
Temí que ibas a ponerme de vuelta y media, pero no lo hiciste.
Sí, hay tantas cosas que no hiciste. Pero tenías paciencia conmigo, y me querías y estabas siempre de mi parte.
Había tantas cosas de las que quería pedirte perdón cuando volvieras de Vietnam...
Pero tú no volviste.
Y es que solamente pasaremos por la vida una vez, por tanto, todo el bien que podamos hacer, todo el cariño y la cortesía que podamos manifestar a cualquier persona, hagámoslo enseguida. No lo dejemos para más tarde, porque no sabemos si tendremos otra oportunidad.