jueves, 3 de junio de 2010

ERRAR Y RECTIFICAR

Errare humanum est (es propio del hombre equivocarse), dijo el clásico y así es porque los animales al no tener libre albedrío, no se pueden equivocar. Las abejas, las hormigas y los castores, por citar ejemplos muy conocidos, siguen haciendo sus celdas, hormigueros y presas respectivamente, exactamente iguales que las hacían hace millones de años. Y las hacen perfectas, sin ningún error.
En mi último libro Vivimos y soñamos, pero no morimos publicado por ediciones Absalon, en el capítulo dedicado al alma señalo como una de las diferencias entre la humana y la de los animales la de que estos no pueden hacer algo nuevo, como acabamos de ver en el caso de los animalitos antes citados. Por eso el hombre y al decir hombre me refiero al ser humano en sus dos sexos, progresa. Y este progreso se debe a la posibilidad de equivocarse gracias a la libertad de la que está dotado. Por lo tanto equivocarse no es malo; los sabios son los que más se equivocan y gracias a esas equivocaciones se han conseguido y se siguen consiguiendo los avances científicos y tecnológicos de los que hoy disfrutamos. Pero para que esos avances se produzcan, es necesario saber rectificar los errores y aprender de ellos para no volverlos a cometer y prepararnos, también, para no cometer otros.
Todo esto viene a cuento por una frase que hace unos días ha pronunciado D. Felipe González Márquez, frase que ha sido difundida por casi todos los medios de comunicación. Concretamente yo la he escuchado a través de la radio. La frase es la siguiente: Rectificar es de sabios, pero es de necios rectificar a diario. Efectivamente, como acabamos de decir, lo grave no es equivocarse, sino el no aprender de las equivocaciones. La persona sensata e inteligente sin necesidad de que sea un sabio, sabe rectificar y aprender de los errores que, como hemos dicho al principio, es algo connatural con la naturaleza humana, pero lo que no puede hacer una persona prudente y juiciosa es estar rectificando todos los días ya que eso indica que las decisiones que ha tomado no han sido hechas con sensatez y pensando bien los pros y los contra de las mismas antes de tomarlas. Los que así actúan no lo hacen utilizando la cabeza, sino que obran por impulsos y sin pensar las consecuencias de las decisiones tomadas. A la gente que así obra se les puede aplicar perfectamente el conocido refrán de: Si sale con barba san Antón y si no la Purísima Concepción. Es decir como personas que hacen las cosas sin pensar y lo mismo les da que salga de una forma o de otra. Por eso no se pueden justificar con la frase con la que comienza este artículo. Y de ahí la razón que tiene D. Felipe González al decir lo que ha dicho.
No sé, ni me importa, si al hacerlo estaba pensando en alguien concreto; lo que sí quiero destacar es el acierto de la susodicha frase.
Para abundar en la validez de la misma, voy a citar algunas sentencias sacadas de la Biblia, que es un pozo inagotable de sabiduría:
“ El necio cree que todo lo que hace está bien, pero el sabio atiende los consejos”. Pr. 12,15)
Es decir escucha antes de actuar, mientras que el primero piensa que lo sabe todo y que para qué va a preguntar a nadie. Por eso tiene que rectificar a diario.
El sabio guarda silencio hasta el momento preciso, pero el necio es inoportuno” (Eclo. 20, 7)
O sea, que el primero escucha y después actúa y decide mientras que el segundo toma decisiones sin escuchar a nadie.
¿En quien o quienes estaría pensando D. Felipe González?